lunes, 22 de marzo de 2010

Incendios forestales y de los otros

Para quienes recorremos los alrededores de la zona metropolitana con frecuencia, es común obsrvar cómo la vegetación es pasto de las llamas en diferentes puntos. El espectaculo dantesco de nuestro Avila ardiendo nos llena de una profunda tristeza y desolación, nuestro pulmón muere lentamente ante nuestros ojos sin que podamos hacer nada para remediarlo. Culpamos de ello, con sobrada razón, al inclemente clima. Los expertos, qué cuantifican la cantidad de hectareas que desaparecen cada día, nos llenan de angustia con sus cifras escabrosas. Si bien, tenemos una cuota de responsabilidad importante, no podemos hacer nada más allá de tomar algunas previsiones básicas y esperar la temporada de lluvias.
El otro incendio qué queremos mencionar es el de las palabras y los hechos. Éste es más dañino que el anterior porque crea heridas mentales que no desaparecen con la temporada de lluvias, no es suficiente una habilidosa actuación bomberil para mitigarlo, y ni siquiera un Cordonazo de San Francisco para puede borrar los estragos producidos.
Se incendia cuando se insulta y se lanzan improperios contra personas e ideas, cuando se amenaza, cuando se utiliza el poder para imponer deseos personales en franca oposición al derecho de los demás, cuando se impone el criterio personal sobre el colectivo, cuando no se toman las medidas para que se resuelvan los problemas a tiempo. En los últimos años tenemos muchos ejemplos de los incendios indicados.
No transcurre un día en el qué no veamos una nueva situación de violencia incendiaria en sitios tan diversos cómo: universidades, empresas, la calle. Las noticias están plagadas de actos violentos, al punto de medirse en cifras de muertos por semana, fines de semana, por meses, por cada cien mil habitantes. Es difícil que alguien de nuestro entorno no haya sido víctima de esa violencia. El discurso de nuestras autoridades está lleno de agresividad. Las brigadas armadas, afectas al discurso violento, cometen agresiones contra las universidades qué no comparten la linea establecida. Las empresas son agredidas por supuestas violaciones a clausulas y lineamientos legales, existentes sólo en la imaginación de los agresores. Los propietarios, tanto grandes cómo pequeños, son acusados de oligarcas y sus propiedades reducidas a terrenos baldíos, qué, en algunos casos, le son devueltos cuando el mal causado es irreversible.
¿De donde viene ese linemiento incendiario?. Es una pregunta que cada uno de nosotros debe contestar en función de su optica. Debe cesar ese incendio y la llama que lo produce para ser un pueblo humedo, con el verdor y la frecura que siempre nos ha caracterizado

1 comentario:

  1. La violencia engendra violencia... Y no se apaga fuego con fuego. El problema está en que pareciera que nadie quiere cortar con esto.

    ResponderEliminar